¡Espero que os guste!Os dejo el enlace y os mando a todos un abrazo muy fuerte:
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NUEVO POST TENMAGBLOG
COLABORACIÓN TENMAGBLOG
Colaboración para el blog de la revista TENMAG
¡Hola!
Os dejo aquí el enlace de mi cuarta colaboración para TENMAG. Muchas gracias por vuestro apoyo en el último que posteé por aquí, se agradece infinitamente. Al terminar el post podéis dejarme vuestros comentarios o regalarme un like desde Facebook.
Un abrazo para todos, no me olvido de vosotros.
http://www.tendenciasfashionmag.com/hoy-se-escapa/
Gracias,
Paula.
ayer.hoy.nunca más.
Y otro día
que termina,
sin sentir
tu piel
contra
la mía.
olvidar en invierno
18h32.
Se escapa
un latido.
Tormenta
de alaridos.
Me
aprieto,
me
abrazo
el cuerpo.
El aire
duele.
El frío
araña
mis sentidos.
Ya no sé
hacia
dónde
orientar
mis pasos.
Siento que
me rindo.
Me caigo, Seguir leyendo
Martes, 18 de Noviembre
Una brisa sutil, cercana, acariciando las ventanas. El revoloteo de los pájaros y sus alas adormecidas en el rocío de una noche olvidada. Uno, dos parpadeos. El llanto de un niño abrazándose al sueño eterno. Persianas y más persianas. Un motor poniéndose en marcha. El tacto suave de las sábanas. Respiraciones templadas. Abro los ojos. Seguir leyendo
caramelos de menta
Ayer pensé en Little Prince. En sus pestañas de ensueño y en sus rizos de algodón rubio agitándose contra el viento frío. Fue volviendo a casa, justo cruzando la pasarela que separa el bloque de pisos en los que vivo desde hace tiempo. Salí de la estación y me até los botones del abrigo lentamente; el frío se había anudado a mis dedos con demasiado entusiasmo, tanto que, parecía que nunca más fuese a sentir calor a no ser que me lo contagiase pronto otro cuerpo. Estreché mis brazos contra mi pecho, y Noviembre se hizo paso entre mis labios justo en ese momento. Me encanta el vaho. Supongo que para la gente que fuma no significa gran cosa. Pero para mi sí, no sé. Lo que sí sé es que, después de provocarlo por una segunda vez, debí sonreírle al invierno.
– ¿De qué te ríes? – me preguntó una vocecilla cercana, pero invisible a mis ojos risueños.
No tardo mucho en aparecer frente a mi figura un niño de unos seis años. Tenía el pelo castaño y algo revuelto. La nariz chata, y un centenar de pecas inquietas surcando su carita llena de sueños.
– ¿De qué te ríes? – me volvió a preguntar.
Sus ojos grisáceos me miraban con una curiosidad sincera. De verdad quería saber qué era aquello tan interesante de lo que me reía.
– Es la primera vez que consigo hacer vaho con mi boca – me encogí de hombros. Sí, quizás no era algo demasiado interesante como para que otro compartiera las ganas de reírse – eso significa que por fin ha llegado el invierno…
No sabía hasta qué punto seguir hablando. Aquel niño seguía mirándome, como si esperase algo. Y su mirada contagiaba a la mía cierta extrañeza, ¿sabes? Como si sus ojos y los míos al juntarse provocasen un chirrido, un abismal seísmo de vacilaciones y desencuentros. Inspiré con fuerza, y traté de huir de aquella conexión enredada en promesas vacías por mi parte, apoyando mi mirada cohibida en sus manos. Y justo vi que escondía algo. Un diminuto y fracturado caramelo de menta. Seguir leyendo
la lluvia y el resplandor de lo incierto
Una vez alguien me dijo que la lluvia trae consigo el olvido. El vaivén de un viento que se lleva los pensamientos y el polvo que ya no queremos. El comienzo de algo nuevo. Para mi no. Para mi, escuchar la lluvia resbalar por el cristal de mi ventana, es también sentir el resquebrajar de una grieta en el interior de mi cuerpo. No sé como explicarlo. Ni siquiera yo lo entiendo. Pero cada vez que la humedad de las nubes logra adentrarse a través de mi jersey de lana negro siento algo. Es un murmullo suave. Un ligero e incluso agradable cosquilleo que resbala por mi piel, y se balancea entre los mechones rubios de mi pelo. El otoño conquistándome. O eso pienso al principio. Porque luego llega consigo el frío. Y yo estrecho con fuerza mi cuerpo. Y acelero mis pasos intentando huir de ese temblor, de esa lluvia que ya asedia cada uno de mis pensamientos. Y ahí lo intuyo, ¿sabes? Es justo en ese momento cuando entiendo lo que está ocurriendo. La lluvia no perdona. La piel tiene memoria. Y cada vez que una de esas gotas traspasa mi piel, limpia consigo todas mis dudas, todas mis esperanzas adormecidas en el tiempo. Estoy perdida. Estoy sola. Y yo sigo corriendo. Seguir leyendo
siempre.
Hay días en los que se permiten las lágrimas. Días en los que la piel se estremece, y se anuda en nuestros corazones ingenuos una sensación volátil, extraña. ¿Y sabes…? Llevo demasiado tiempo evitándola. Creo que intenté enterrar bajo mi cuerpo todo el miedo, toda la tristeza que me produce que te vayas. Y escondí mis heridas entre suturas inestables y el paso de los días. Y el dolor se abrazó al olvido, y a todas las cosas que hacían posibles seguir adelante. Todavía me siento incapaz de enfrentarme a esta página en blanco; de afrontar que esto te lo dedico esto a ti, Mandru, porque eres tú la que se marcha; de que se me van esos paseos tardíos de inviernos que no son inviernos y veranos que no parecen llegar nunca; y esa mirada tímida y castaña que sabe entenderme aunque no haya dicho nada. Cotilleos, tintes para el pelo y bufandas. Y todas esas fotos en el fotomatón completamente inesperadas. Voy a odiar no compartir odios contigo; que me llames ‘tronchón mío’, y que eso me recuerde a esas clases de francés en las que nos gustaba darle un significado nuevo a todas esas palabras tan raras. Acordarme del callejón diagon y de todas esas canciones del Nirvana. Y de como me apretaste la mano cuando me hice mi primer tatuaje. Seguir leyendo