Martes, 18 de Noviembre

©Paula Méndez Orbe

©Paula Méndez Orbe

Una brisa sutil, cercana, acariciando las ventanas. El revoloteo de los pájaros y sus alas adormecidas en el rocío de una noche olvidada. Uno, dos parpadeos. El llanto de un niño abrazándose al sueño eterno. Persianas y más persianas. Un motor poniéndose en marcha. El tacto suave de las sábanas. Respiraciones templadas. Abro los ojos. Seguir leyendo

la lluvia y el resplandor de lo incierto

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Una vez alguien me dijo que la lluvia trae consigo el olvido. El vaivén de un viento que se lleva los pensamientos y el polvo que ya no queremos. El comienzo de algo nuevo. Para mi no. Para mi, escuchar la lluvia resbalar por el cristal de mi ventana, es también sentir el resquebrajar de una grieta en el interior de mi cuerpo. No sé como explicarlo. Ni siquiera yo lo entiendo. Pero cada vez que la humedad de las nubes logra adentrarse a través de mi jersey de lana negro siento algo. Es un murmullo suave. Un ligero e incluso agradable cosquilleo que resbala por mi piel, y se balancea entre los mechones rubios de mi pelo. El otoño conquistándome. O eso pienso al principio. Porque luego llega consigo el frío. Y yo estrecho con fuerza mi cuerpo. Y acelero mis pasos intentando huir de ese temblor, de esa lluvia que ya asedia cada uno de mis pensamientos. Y ahí lo intuyo, ¿sabes? Es justo en ese momento cuando entiendo lo que está ocurriendo. La lluvia no perdona. La piel tiene memoria. Y cada vez que una de esas gotas traspasa mi piel, limpia consigo todas mis dudas, todas mis esperanzas adormecidas en el tiempo. Estoy perdida. Estoy sola. Y yo sigo corriendo. Seguir leyendo

aunque sea tarde

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A veces sólo me encuentro a mi misma con los ojos cerrados. La piel flotante, adormecida, los dedos entrelazados. Respiro despacio. Mi corazón se desacelera. Se enredan mis pensamientos a la nada y al desconcierto. Ahí está. Sonrío para mis adentros. Vuelvo a sentirlo. Vuelvo a ser como era. Es raro, ¿no? Despertar durante un tiempo y darte cuenta de que ya no eres el mismo. De que te dan igual ciertas cosas. De que ya no te ilusionas de la misma manera. Yo ya no miro si las nubes crean formas. Ni siento ese pequeño estremecimiento cuando el agua del mar roza mis dedos. Antes me gustaba contar las pecas de mi cuerpo. ¿Sabes por qué? Seguir leyendo

mañana no existe mientras queramos.

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A veces

me siento

más viva

con el

corazón

desgarrado.

la mente desierta,

piel ajena

en

mis manos.

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el valle de espinas y sueños imperfectos

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El brillo de una luna suave y nacarada. El roce sobre mi piel fría y solitaria de esas flores apagadas. Y ese canto adormecido de aquel río inquieto y fresco, que, sin quererlo, guiaba mis pasos hacia su encuentro. Cerré los ojos un momento. Estaba segura de que todo era un sueño; de que en realidad todo aquello no era más que una ilusión al desencuentro; la evasión de cada uno de mis pensamientos anclada a aquel paraíso desierto. Y todavía con los ojos cerrados, inspiré aquel aire dulce y sosegado. No me importaba. Sabía que, en aquel momento, la vida no era más que eso. Seguir caminando por ese sendero trazado y estrecho; volver a tener tiempo de mirar esas nubes grisáceas enredadas a aquel cielo negro; llegar a sentir bajo mis pies la tierra húmeda y abandonada. Aunque por poco tiempo. Pronto, el silencio se vio quebrado por un leve pero imponente estrépito. Abrí los ojos, y Seguir leyendo

feliz cumpleaños

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Hacía tiempo que no miraba tus pecas infinitas; que no contaba los segundos sin poder dejar de contemplar esos ojos castaños e intrépidos. Y por fin vuelvo a atisbar tu sonrisa;y todas esas ganas perdidas en un mundo diferente al resto. Asoma ya tu valentía escondida antes en esos pómulos marcados; y esas arrugas pequeñitas al endulzarse tu mirada sensata y realista. Regresa entonces, todo lo que le mantenía viva. Y quiero que no vuelvas a perderte entre el polvo y el sufrimiento que trae esa oficina; que los meses traigan consigo la liberación de todas esas cargas que aferras a tu espalda día a día. Aunque sé que te costará hacerlo. Así que ven. Ven y duerme un poco sobre mi hombro. Ven y olvídate de todo. Hagamos de este instante algo insólito. Para que no duela tanto seguir respirando; para que vuelvas a sentir como el mundo sigue girando; y aunque no dejen de pasar los años… Sabrás que nunca me marcharé de tu lado. 

Foto y texto 2014 © Paula Méndez Orbe

que nunca me quisieras

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Hoy abrí los ojos, 

y sentí algo. 

fue extraño, 

casi como 

si, de pronto, 

mi corazón helado

se deshiciera en pedazos. 

 

Pero no sentí nada, 

no más que

 la satisfacción

por dejar de ser humana.

Y pedí un cuerpo de hojalata;

y la sangre inmune, amarga;

Y una vida larga.

 

Y cuando sentí

el metal por mis venas;

supe que jamás

volvería

a romperme,

a deshacerme

al escuchar tu voz serena;

al rozarme tu piel

sedosa, perfecta.

 

Que mi corazón 

de hierro y estaño, 

no sintiera. 

Para así

ya no volver

a caerme, 

a dolerme, 

el que 

nunca 

me quisieras.

Foto y texto 2014 © Paula Méndez Orbe

 

quiero dejar de ser una sombra

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Me estoy perdiendo. Me estoy sumiendo en el pasar de todas esas horas que no me pertenecen, que no me dejan verte. Ya no tengo tiempo de mirarme al espejo; de pensar de dónde salen todas esas historias que día a día, publico en estas hojas. Abro los ojos y hago un click en mi cámara. O cientos. Los cierro, y dejo el coche en el aparcamiento, después de perseguir a todos esos famosos ansiosos por no responder a las preguntas de mi campaña publicitaria. Suena el despertador cuando aun no me he acostado, y entonces sueño despierta con las manecillas del reloj que giran y giran sin parar, mientras yo no puedo moverme. Y entonces vuelvo a ser asistente. Y pongo el flash, y descargo una tarjeta y miro y aprendo, y no me centro. No me encuentro. No sé si puedo ser todo esto.

Quiero volver a mirar cómo el viento mece las ramas de los árboles; quiero volver a escuchar la lluvia caer antes de cerrar los ojos y sumirme en un sueño profundo; quiero volver a recorrer las páginas de un libro palabra por palabra, sílaba por sílaba, adentrándome en el verdadero significado de las cosas; quiero dejar de echar de menos a la gente que día a día me rodea y sentir que soy, que estoy; que dejo de ser una sombra.

Foto y texto 2014 © Paula Méndez Orbe